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sábado, 10 de enero de 2015

Red, mapa, oídos y ojos del CNI



La Vicepresidenta del Gobierno se ha pronunciado en un asunto tan básico como es la seguridad de los españoles por boca e informes de su largo brazo en la Cuesta de las Perdices, que no es otro que el general Félix Sanz Roldán, que lleva cinco años al frente del Servicio de Información e Inteligencia del Estado (CNI).
Es en estos momentos y ahora cuando la “reforma FSR” al frente del Centro adquiere más importancia estratégica y táctica y el Gobierno se felicita por haber confirmado al conquense uniformado como jefe de los Servicios Secretos –que fue objeto recientemente de un personal y brutal ataque mediático– tan furibundo como estulto.
Atentados, mientras vivan terroristas, puede haber en cualquier momento, circunstancia y país. Sin duda. Pero España, tras la terrible y trágica experiencia del 11-M ofrece menos vulnerabilidad sencillamente porque su mando está centralizado en el CNI –frente a los 19 servicios de Información e Inteligencia que tiene, por ejemplo, Estados Unidos-y desde aquella masacre de Atocha la plantilla de especialistas antiyihadistas se ha duplicado. Desde hace ya muchos años, el principal foco de atención de los SS españoles son en cualquier caso el terrorismo de ese corte. Se han conseguido grandes resultados que no necesariamente han tenido que ser ni son conocidos por la opinión publicada y pública.
Uno de los objetivos del general/director fue desde el primer momento intensificar los contactos con los grandes servicios occidentales –Francia, Reino Unido, EEUU, Italia– pero también y fundamentalmente con Marruecos, donde tras los desencuentros y reticencias producto del 11-M y otros daños colaterales se han reforzado los lazos e incluso España sirve de puente en estos momentos entre sus homólogos de Rabat y París, cuyas relaciones saltaron recientemente por los aires. No hay que olvidan que Sanz Roldán estuvo en puestos claves en la OTAN y Francia le ha considerado siempre persona proba y de confianza (Legión de Honor en su más alto rango).
La centralización del mando político en la número dos del Ejecutivo ha dado, asimismo, más operatividad al Servicio. Se sabe quien orienta políticamente, y el que ejecuta técnicamente lo tiene más claro. Casualidad que ha permitido también mejorar la relación con los mandos policiales que entienden de estas cuestiones en el siempre enmarañado mundo de los Servicios Secretos.
A pesar de los 3.700 hombres y mujeres que están en el Servicio de la Comunidad Nacional de Inteligencia y otra legión de funcionarios policiales adscritos a estos menesteres, ¿podemos afirmar taxativamente que la vasta red, mapa, oídos y ojos del CNI nos garantizan riesgo 0 en la seguridad colectiva?

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