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domingo, 26 de noviembre de 2017

El olvido de los 8 espías asesinados en Irak: ya no reciben flores del CNI

El próximo miércoles se cumplen 14 años de la muerte de estos agentes españoles. Avisaron a José María Aznar de que Saddam Hussein no tenía armas de destrucción masiva.

Esta es la última foto que se hicieron los espías españoles asesinados en Irak

Hay ocho tumbas de espías distribuidas por la geografía española.Siete pertenecen a agentes asesinados el 29 de noviembre de 2003, y una a otro muerto a tiros el 8 de octubre. Por primera en la historia –no ha habido más casos-, el Centro Nacional de Inteligencia, el CNI, sufrió ataques demoledores en una misión en el extranjero, en Irak. Sus agentes arriesgaban sus vidas para proteger a las tropas españolas que el Gobierno de José María Aznar, entonces presidente del gobierno, había enviado en apoyo a las fuerzas estadounidenses que invadieron Irak para acabar con el régimen de Sadam Huseim.

José Antonio Bernal (izquierda) fue asesinado un mes antes que su compañero Nacho Zanón (derecha)

José Antonio Bernal fue sorprendido por un grupo de rebeldes en su casa y le tirotearon cuando intentaba huir. Un mes después, mientras el equipo de cuatro agentes destinados mostraba las características de la misión al equipo que iba a sustituirles en Navidad, fueron tiroteados en Latifiya durante un desplazamiento. Murieron Alberto Martínez, Luis Ignacio Zanón, Carlos Baró, Alfonso Vega, José Merino, José Carlos Rodríguez y José Lucas Egea.
José Antonio Bernal fue sorprendido por un grupo de rebeldes en su casa y le tirotearon cuando intentaba huir. Un mes después, mientras el equipo de cuatro agentes destinados mostraba las características de la misión al equipo que iba a sustituirles en Navidad, fueron tiroteados en Latifiya durante un desplazamiento. Murieron Alberto Martínez, Luis Ignacio Zanón, Carlos Baró, Alfonso Vega, José Merino, José Carlos Rodríguez y José Lucas Egea.
Lo que tuvieron que pasar todos ellos antes de morir está lleno de historias dramáticas y de incomprensión, la más reciente de las cuales tiene que ver con sus familias. Tras sus muertes, la dirección del CNI -en aquel momento el mando lo tenía Jorge Dezcallar-, se portó muy bien con los familiares de todos ellos, con suma discreción, apoyando sus necesidades sicológicas y también las materiales. Alberto Saiz, director a partir de 2004, mantuvo su apoyo incondicional y la designación de un agente que permanentemente mantenía un hilo abierto para que los familiares recurrieran a La Casa para lo que necesitaran.
Cada 8 de octubre en el caso de Bernal y cada 29 de noviembre en el del resto de los agentes asesinados, en las tumbas aparecía un ramo de flores enviado por La Casa para hacer patente el recuerdo al compañero caído. Sin embargo, este último detalle se suprimió tras la llegada de Félix Sanz a la dirección del CNI. Según uno de los familiares de los fallecidos, desde ese momento la tumba de su hijo y la de un compañero que está cerca de la suya, dejó de ser recordada por los mandos de La Casa. Algo que en su opinión nunca debería haber ocurrido.