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domingo, 30 de junio de 2013

OBAMA. UNA FAMILIA AL SERVICIO DE LA CIA

 


 










La biografía oculta de los Obama: una familia al servicio de la CIA .

El periodista de investigación Wayne Madsen ha logrado compilar varios archivos de la CIA que demuestran los vínculos de esa agencia de espionaje con instituciones y personas estrechamente ligadas a Barack Obama, así como a sus padres, su abuela y su abuelo. La primera parte de este trabajo subraya la participación de Barack Obama padre en las acciones de la CIA en Kenia, operaciones destinadas a obstaculizar que el comunismo ganara terreno en ese país gracias a la influencia de China y de la Unión Soviética en los medios estudiantiles. Las operaciones de la CIA en Kenia tenían también como objetivo evitar el surgimiento de líderes africanos no alineados.

De 1983 a 1984, Barack Obama trabajó como analista financiero en una sociedad llamada Business International Corporation, una empresa conocida como siendo una tapadera de la CIA.
Business International Corporation, la empresa tapadera de la CIA en la que trabajaba el futuro presidente estadounidense, organizaba conferencias en las que reunía a los más poderosos dirigentes y utilizaba a periodistas como agentes en el extranjero.
El trabajo que el propio Barack Obama realizó en esa empresa a partir de 1983 coincide con las misiones de espionaje por cuenta de la CIA que su madre, Stanley Ann Dunham, había realizado durante los años 1960, después del golpe de Estado en Indonesia, como trabajo para otras instituciones que también servían de pantalla a la CIA, como la East-West Center de la universidad de Hawai, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (United States Agency for International Development, USAID) [1] y la Fundación Ford [2].
Fue durante su trabajo en el East-West Center, en 1965, que la madre de Obama conoció a Lolo Soetoro, el padrastro de Obama, y se casó con él. 
Soetoro fue enviado nuevamente a Indonesia en 1965 como oficial de alto rango encargado de servir de consejero al general Suharto y a la CIA en el sangriento derrocamiento del presidente Sukarno [
3]
El padre de Barack Obama había conocido a la madre, en 1959, en un curso de idioma ruso organizado en la universidad de Hawai. Barack Obama padre figuraba entre los seleccionados para participar en un intercambio entre [la región] Este de África y Estados Unidos, intercambio que debía incorporar 280 estudiantes africanos a diferentes instituciones universitarias estadounidenses.
Según un despacho de la agencia Reuters fechado en Londres el 12 de septiembre de 1960, aquella operación contaba simplemente con una «ayuda» proveniente únicamente de la Fundación Joseph P. Kennedy. 
Su objetivo era entrenar y adoctrinar a futuros agentes que debían ejercer su influencia en África, continente que por aquel entonces estaba convirtiéndose en un terreno de confrontación entre Estados Unidos, la Unión Soviética y China, potencias que trataban de ganarse a los regímenes de los países africanos que acababan de alcanzar la independencia o que estaban a punto de lograrla.

Durante la selección de los estudiantes que serían enviados a Estados Unidos, Masinda Muliro, vicepresidente de la Unión Democrática Africana de Kenia (Kenyan African Democratic Union, KADU), había denunciado las preferencias tribales a favor de la etnia kikuyu, mayoritaria, y de la minoritaria etnia luo. 
Aquel favoritismo privilegiaba a los simpatizantes de la Unión Nacional Africana de Kenia (Kenyan African National Union, KANU), cuyo líder, Tom Mboya, tenía un pasado como nacionalista y sindicalista. Fue Mboya quien decidió el envío de Barack Obama padre a la universidad de Hawai como estudiante. Obama padre, ya casado en Kenia, donde era padre de un hijo y estaba en espera de otro, se casó con Stanley Ann Dunham en la isla de Maui el 2 de febrero de 1961. Dunham ya tenía 3 meses de embarazo de Barack Obama en el momento de su unión con Obama padre, quien se convirtió en el primer estudiante africano incorporado a una universidad estadounidense.

También según la agencia Reuters, Muliro declaró que quería enviar a Estados Unidos una delegación para investigar a los estudiantes kenianos que habían recibido «regalos» provenientes de estadounidenses y «garantizar que los regalos que se hicieran a los estudiantes en el futuro [fuesen] administrados por personas sinceramente preocupadas por el desarrollo de Kenia».
La CIA habría reclutado a Tom Mboya en el marco de un programa  de «liberación selectiva», generosamente financiado y cuyo resultado era la de aislar al presidente Kenyatta, el fundador de la república de Kenia, catalogado por la agencia de espionaje estadounidense, es decir la CIA, como siendo una persona «de no confianza».
Mboya recibió en aquella época una subvención ascendiente a 100 000 dólares proveniente de la Fundación Joseph P. Kennedy, en el marco del programa de invitación de estudiantes africanos, después de haber rechazado una propuesta similar de parte del Departamento de Estado. Resulta evidente que a Mboya le inquietaban las sospechas que la entrega de una ayuda oficial estadounidense podía provocar entre los políticos kenianos procomunistas, quienes ya sospechaban que Mboya estaba vinculado a la CIA. 
Así que el financiamiento del programa se garantizó a través de la Fundación Joseph P. Kennedy y de la Fundación de Estudiantes Afroamericanos.
 
El padre de Obama no estuvo en el primer grupo enviado a Estados Unidos por vía aérea, sino en uno de los siguientes. Aquel programa de ayuda a los estudiantes africanos, organizado por Mboya en 1959, incluía estudiantes de Kenia, Uganda, Tanganyka, Zanzíbar, Rhodesia del Sur y del Norte y de Nyasaland (hoy Malawi).

la agencia de noticias Reuters reporta además que Muliro denunciaba por entonces que el favoritismo existente en la selección de los beneficiarios de la ayuda estadounidense «molestaba y amargaba a los demás estudiantes africanos». Muliro señalaba que «se daba preferencia a las tribus mayoritarias [los kikuyus y los luos] y que muchos de los estudiantes seleccionados por Estados Unidos no habían logrado pasar los exámenes de admisión mientras que otros estudiantes no seleccionados tenían mejores referencias».
Enviado directamente a Hawai por la CIA, Barack Obama padre (llevando el lei hawaiano, es decir la típica corona de flores tradicionales que adorna el cuello) aparece en la foto junto a Stanley Dunham (a la izquierda de Obama padre), y el abuelo materno del presidente Barack Obama.
El padre de Obama era amigo de Mboya y pertenecía a la etnia luo. Al ser asesinado Mboya, en 1969, Obama padre compareció como testigo en el juicio contra el presunto asesino. Incluso afirmó haber sido él mismo objeto de un intento de asesinato en plena calle después de su testimonio ante el tribunal.
El padre de Obama partió de Hawai en 1962 para estudiar en Harvard y se divorció de Dunham en 1964. Se casó nuevamente con una estudiante de Harvard, Ruth Niedensand, una estadounidense judía, y volvió con ella a Kenia, donde tuvieron dos hijos. Aquella unión también terminó en divorcio. Obama padre trabajó en el ministerio de Finanzas y en el ministerio de Transportes de Kenia, así como en una compañía petrolera. Murió en un accidente automovilístico, en 1982, y los principales políticos de Kenia asistieron a sus funerales, entre ellos Robert Ouko, quien se convertiría posteriormente en ministro de Transportes y sería asesinado en 1990.
Los documentos de la CIA indican que Mboya era un importante agente de influencia que trabajaba por cuenta de la CIA, no sólo en Kenia sino en todo el continente africano. Según un informe semanal secreto de la CIA (CIA Current Intelligence Weekly Summary), fechado el 19 de noviembre de 1959, Mboya tenía la misión de vigilar a los extremistas durante la segunda Conferencia Panafricana de Túnez (All-Africa People’s Conference, AAPC).
El documento de la CIA reporta que «serias fricciones [se habían] desarrollado entre el primer ministro de Ghana, Kwame Nkrumah, y el nacionalista kenyano Tom Mboya quien [había] participado activamente en diciembre [de 1958] en la vigilancia sobre los extremistas durante la primera Conferencia Panafricana en Accra». La expresión «participado activamente» parece indicar que Mboya cooperaba con la CIA, cuyo informe fue redactado por sus agentes destacados en Accra y Túnez. Fue durante aquel período de «colaboración» con la CIA en Accra y en Túnez que Mboya asignó una beca de estudios al padre de Barack Obama y le ofreció la posibilidad de salir del país y de estudiar en la universidad de Hawai, donde encontraría a la futura madre del actual presidente de Estados Unidos y se casaría con ella.
En un informe semanal secreto de la CIA anterior, con fecha del 3 de abril de 1958, aparecen la siguientes frase: «[Mboya] sigue siendo uno de los dirigentes africanos más prometedores». En otro informe semanal secreto, fechado el 18 de diciembre de 1958, la CIA califica al nacionalista keniano MBoya de «joven vocero capaz y dinámico» durante su participación en los debates de la Conferencia Panafricana y lo describe como un opositor ante «extremistas» como Nkrumah, quien contaba con el apoyo de «los representantes chino-soviéticos».
En un documento desclasificado de la CIA sobre la Conferencia Panafricana de 1961, el conservadurismo de Mboya, al igual que el del tunecino Taleb Sliam, se define claramente como contrapeso ante la política de izquierda del clan Nkrumah. Los procomunistas habían sido electos a la cabeza del comité organizador de la Conferencia Panafricana durante la conferencia del Cairo, en 1961, a la que asistió Mboya.
En el informe de la CIA aparecen los nombres de varios de aquellos dirigentes, como el senegalés Abdoulaye Diallo, secretario general de la Conferencia Panafricana; el argelino Ahmed Bourmendjel; el angoleño Mario de Andrade; Ntau Mokhele de Basutoland (antiguo Lesotho); el camerunés Kingue Abel; Antoine Kiwewa, del Congo belga (la actual República Democrática del Congo); el ghanés Kojo Botsio; el guineano Ismail Touré, T. O. Dosomu Johnson, de Liberia; el maliense Modibo Diallo; el marroquí Mahjoub Ben Seddik, el nigerino Djibo Bakari; el nigeriano Tunji Otegbeya; Kanyama Chjume, de Nyassaland; el somalí Ali Abdullahi; el sudafricano Tennyson Makiwane y Mohamed Fouad Galal, de los Emiratos Árabes Unidos.
Los únicos participantes que recibieron la aprobación de la CIA fueron Mboya (quien, según todo indica, era un colaborador de la CIA); Joshua Nkomo, de Rhodesia del Sur; B. Munanka, de Tanganyka; el tunecino Abdel Magid Shaker y el ugandés John Kakongé.
Finalmente se produce la destitución de Nkrumah, después de un golpe de Estado orquestado por la CIA mientras que el líder realizaba una visita a China y Vietnam del Norte. Aquella operación se produce un año después de la que realizó la CIA contra el presidente Sukarno, otro golpe de Estado en el que participó la familia de Obama por parte de madre. 
Ciertos elementos hacen pensar que el asesinato de Mboya, en 1969, fue organizado por agentes chinos que actuaban por cuenta de las facciones gubernamentales que el presidente keniano, Jomo Kenyatta, había puesto a cargo de la lucha contra Mboya y, por consiguiente, de la eliminación de un político africano proestadounidense de primera línea. Todas las embajadas de Nairobi pusieron sus banderas a media asta como homenaje a Mboya, con excepción de la embajada de la República Popular China.

Jomo Kenyatta, primer presidente de Kenia.
La influencia que Mboya ejerció sobre el régimen de Kenyatta se prologará durante mucho tiempo después de su muerte, aún en vida del padre de Barack Obama. En 1975 se produce el asesinato de Josiah Kariuki, socialista miembro del partido KANU (partido a cuya creación había contribuido junto con Mboya y con el padre de Barack Obama. Después de aquel asesinato, Kenyatta expulsa del gobierno a tres ministros rebeldes que «estaban personalmente vinculados a Kariuki o a Mboya». Dicha información se clasificó primeramente como secreta (nivel de clasificación Umbra) y aparece en varias notas de servicio de la CIA en el Medio Oriente, en África y Sudáfrica. Fue divulgada posteriormente a través de la red COMINT, el 24 de junio de 1975. La información de inteligencia que figura en ese informe, como lo demuestra su nivel de confidencialidad, proviene de escuchas efectuadas por el ministerio del Interior de Kenia. Nadie fue acusado nunca por el asesinato de Kariuki.
Las escuchas a las que fueron sometidas personas vinculadas a Mboya y Kariuki prueban que la NSA y la CIA mantuvieron bajo vigilancia al padre de Barack Obama, quien –como ciudadano extranjero en Estados Unidos– podía ser sometido ocasionalmente a escuchas de manera legal, escuchas de las que se encargan la NSA [la National Security Agency estadounidense] y el Government Communications Headquarters (GCHQ, servicio de espionaje electrónico del gobierno británico).
(Continuará…)




Wayne Madsen
Ex-funcionario de la National Security Agency (NSA), se convirtió en periodista investigador especializado en el espionaje electrónico, posteriormente en el espionaje en general. Fue jefe de sección en la revista francesa 
Intelligence Online hasta que esta fue comprada por el diario francés Le Monde. Actualmente él mismo publica la Wayne Madsen Report e interviene regularmente en la televisión rusa internacional Russia Today emitiendo en inglés. Ha escrito varios libros: The Handbook of Personal Data Protection (London: Macmillan, 1992); Genocide and Covert Operations in Africa 1993-1999 (Edwin Mellen Press, 1999); Jaded Tasks: Big Oil, Black Ops & Brass Plates and Overthrow a Fascist Regime on $15 a Day y co-autor de America’s Nightmare: The Presidency of George Bush II (Dandelion, 2003).



 











 

sábado, 15 de junio de 2013

LA CIA EN ESPAÑA

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los hombre de la CIA están detrás de casi todos los principales acontecimientos políticos y militares de nuestra historia reciente. La sede central de la Agencia en Langley tiene poco que ver con el edificio donde entra y sale a su antojo Faye Dunaway en la película Los tres días del Cóndor. Es un gigantesco búnker donde se han diseñado cientos de operaciones desarrolladas en España por los servicios de inteligencia norteamericanos, desde la posguerra hasta nuestros días. Las escalas en aeropuertos españoles de aviones de la CIA, con prisioneros que son trasladados a centros de tortura distribuidos por varios países de la órbita norteamericana, constituyen sólo un eslabón más de la cadena de actuaciones clandestinas que la Agencia inició en nuestros país durante la Guerra Fría. La sólida infraestructura que hoy permite continuar trabajando a sus hombres en el país comenzó a construirse a principios de los años cuarenta.
La CIA interviene en la instalación de bases militares estadounidenses en nuestro suelo, la transición del franquismo a la monarquía, el golpe de estado del 23-F o la definitiva integración del estado español en la estructura de la OTAN. La permanencia de la dictadura franquista durante casi cuatro décadas y la evolución controlada hacia un sistema parlamentario, están condicionadas por la actividad de los espías norteamericanos.
En esta oscura tarea de mover los hilos desde la sombra colaboran con los servicios americanos miembros del ejército español, destacados políticos y diplomáticos, empresarios, hombres de la banca y personajes del mundo de la cultura y el periodismo. La mayor parte de los colaboradores de la CIA tienen poco que ver con la imagen tópica, peliculera y novelesca de los espías: son individuos normales, perfectamente integrados en su entorno social. Muy distintos son los oficiales de operaciones, situados en los puntos neurálgicos de la red. En España, durante todo este tiempo han dirigido el espionaje norteamericano curtidos oficiales de la Agencia, expertos en acciones encubiertas, como los sucesivos jefes de la estación de la CIA en Madrid situada en la embajada de la madrileña calle de Serrano. Sus nombres son Robert E. Gahagen, Néstor Sánchez, Ronald Edward Estes, Richard Kinsman o Leonard Therry. Todos ellos arrastran ya un largo historial operativo cuando legan a España. Han desarrollado la mayor parte de sus carreras en Latinoamérica y su biografía profesional está marcada por una sucesión de golpes de estado y de operaciones desestabilizadores en Bolivia, Brasil, Uruguay…
Uno de los más eficaces agentes norteamericanos en España es Ronald E. Estes. Aparece en Checoslovaquia poco antes de la Primavera de Praga. En Beirut financiando a la Falange libanesa que más adelante provocará las matanzas de Sabrá y Chatila. Más tarde actúa en Grecia para apoyar la “solución Karamanlis” como salida a la dictadura de los coroneles… Hasta que llega a España y se produce el golpe de estado de Tejero y Milans. Con los hitos profesionales de estos acreditados “especialistas” se puede reconstruir la política exterior norteamericana desde los años de la Guerra Fría.
Aparte de ellos, trabaja para la Agencia una legión de colaboradores de mayor o menor rango, intoducidos en todos los ámbitos sociales y políticos del país: el ejército, los partidos, la educación, la cultura, los bancos y las grandes empresas, los sindicatos… The New York Times publica en 1975, poco antes de la muerte de Franco, que la CIA mantiene importantes relaciones con todos los partidos políticos españoles para buscar una salida al régimen, incluido el PCE (Partido Comunista de España) de Santiago Carrillo.
Dos años más tarde, el secretario general de esta formación será invitado a viajar a EEUU, caso único en la historia de los partidos comunistas, cuyos dirigentes han tenido prohibida la entrada en el país americano desde siempre (1).
 Los propios documentos desclasificados por la Administración de EEUU arrojan luz sobre determinados aspectos de esta historia. Quienes los redactaron escriben para que se les entienda, sin ningún pudor político ni circunloquios literarios (2). Mediante esos materiales se puede comprobar que la principal preocupación de los americanos era mantener bien amarrado al régimen de Franco con el menor coste político en el plano internacional (3).
Las confesiones de antiguos miembros de la Agencia, apartados de la organización, y los testimonios oficiales españoles que han seguido de cerca las actividades de los hombres de la CIA, aportan datos jugosos para entender cómo actúan los espías americanos en nuestro país. En más de una ocasión, algunos miembros de los servicios de inteligencia españoles se han enfrentado a ellos para abortar sus planes, como es el caso de la operación Gino. Provocando la expulsión de la plana mayor del espionaje estadounidense en España.
Antes de que la CIA se constituyera oficialmente, la actividad de los servicios americanos en nuestro país era importante, pero mucho menor que la de los británicos. El Intelligence Service considera la península un feudo suyo hasta después de la victoria aliada en 1945. En España actúa el famoso espía Juan Puyol “Garbo” bajo las órdenes de Desmond Bristow, jefe de la “sección ibérica” de la inteligencia británica. Y también lo hace el propio Harol “Kim” Philby, el gran infiltrado de los soviéticos en las filas de la inteligencia angloamericana.
A medida que avanza la década de los cuarenta, la OSS (Office of Strategic Services) americana precursora de la CIA, hereda las privilegiadas relaciones que los británicos mantienen con el PNV (Partido Nacionalista Vasco). Durante toda la Guerra Civil los nacionalistas buscan la mediación británica para intentar conseguir un acuerdo con Franco. Después, cuando los americanos están mucho más interesados en controlar las actividades de los comunistas en España que en quitar de El Pardo a Franco, los servicios del PNV comienzan a actuar bajo las órdenes de Washington. Su anticomunismo clerical les hace coincidir con los intereses de la CIA.
En 1974, cuando se crea la Agencia y con el mundo dividido ya en dos bloques, todo el asunto se comienza a aclarar para España. Deciden mantener al Caudillo bajo palio y utilizar sin trabas el suelo español como plataforma militar intermedia para actuar sobre Oriente Próximo. Comienza a partir de ese momento la captación de oficiales del ejército franquista para servir al poderoso aliado americano.
Por otra parte, EEUU mantiene un hilo directo con Laureano López Rodó y apoyan también a la Operación Lolita, mediante la que se prepara a Juan Carlos de Borbón para suceder al Generalísimo. Inmediatamente después de subir al trono, el primer viaje oficial del monarca le lleva a EEUU, donde recibe el espaldarazo del imperio. El Rey mantiene siempre excelentes relaciones con sus mentores del otro lado del Atlántico, llegando a hacer grandes negocios con algunos de los elementos más turbios, como el empresario de materias primas March Rich. Al mismo tiempo colabora con EEUU en la entrega del Sahara a Marruecos para el control de las minas de fosfatos cuando el monarca es todavía el “heredero” designado por Franco. Posteriormente presionará desde La Zarzuela a los sucesivos gobiernos de la transición para que España se acomode definitivamente en el seno de la OTAN. A cambio, obtiene un gran respaldo político, numerosas prebendas personales y cuantiosos beneficios económicos.
A finales de los años 50, los servivicios de EEUU “tocan” a jóvenes socialistas para tenerlos como permanente fuente de información sobre las actividades de la oposición comunista. Los Solana, Carlos Zayas, Joan Raventós o José Federico Carvajal son algunos de ellos. Otro socialista de postín que mantiene relaciones (paradojas del destino) es el que fuera Defensor del Pueblo, Enrique Múgica. Que por su ascendencia judía goza también de buenos contactos con el Mossad israelí.
Múgica y Raventós participan en la reunión que se celebra en 1980 en casa de Antoni Ciurana, alcalde de Lérida, en la que Armada tantea la opinión del PSOE sobre la “reducción” que desembocará en el 23-F. Y sólo dos días antes del asalto de Tejero al Congreso, el comendante Cortina del CESID (muy vinculado a los servicios norteamericanos y uno de los principales coordinadores del golpe) visita al embajador de Washington en Madrid, Terence Todman, para que dé su visto bueno a la operación.
La misma mañana del 23 de febrero, el sistema de control aéreo americano de Torrejón anula el Control de Emisiones Radioeléctricas español, mientras los pilotos de las Fuerzas Aéreas de EEUU permanecen en las cuatro bases de “utilización conjunta” en estado de máxima alerta. El propio secretario Alexander Haigh declara que el golpe de estado es “una cuestión interna” española, cuando aún no estaba claro ni el origen ni el desenlace del acontecimiento.
Una anécdota inédita resulta muy ilustrativa para entender algunos de los aspectos de la trama del 23-F. Pocos días después de que se resolviera el asunto con la liberación de los diputados y el encarcelamiento de Milans, Tejero y varios militares más, tiene lugar una reunión de oficiales de los servicios españoles de inteligencia para tratar algunos aspectos relacionados con la intentona golpista. Esa reunión es presidida por el secretario general del CSID Javier Calderón. Todo parece indicar que se quiere dar carpetazo al tema sin rebuscar más de la cuenta ni apretar las clavijas a nadie. Cuando va a disolverse la sesión, el teniente coronel Guitián enseña un telegrama y pregunta: “Entonces, ¿qué hago con esto?”. El sistema de comunicaciones que está a cargo de Guitián ha captado ese envío a última hora del día 23 de febrero. Lo abre y lee: “Jaime, ahora vas contra la Corona”. Esto se produce en una reunión con numerosos testigos. Entonces, visiblemente enfadado, Javier Calderón le dice delante de todos: “Joder Guitián, no tienes sensibilidad informativa”.
Otro aspecto clave para entender el diseño de la política española realizado por los servicios norteamericanos es la toma del poder dentro del PSOE por Felipe González y los suyos en Suresnes en 1974. El político sevillano acude a esta pequeña localidad francesa situada cerca de París escoltado por oficiales del SECED por orden expresa de Carrero Blanco. Ellos son los que le proporcionan el pasaporte.
Para poder garantizar la transición sin sorpresas desde el franquismo a un régimen más homologable internacionalmente, una pieza fundamental es el propio ejército. El general Vernon Walters (que llegará a ser director adjunto de la CIA) es el encargado de tantear a relevantes mandos militares españoles a principios de los años 70, para poder amarrar el proceso de cambio político. Franco está ya bastante enfermo y el príncipe heredero debidamente asesorado para heredar el trono. Pero antes de la muerte de Franco se produce el atentado de Carrero Blanco pocas horas después de reunirse con Kissinger, muy cerca de la embajada americana. No hay duda de que los autores materiales del asesinato son miembros de la organización terrorista vasca, pero en la trastienda del asunto quedan todavía muchas cosas sin aclarar. Hay muchas piezas que no encajan.
Los socialistas de Suresnes aguantan su “OTAN, de entrada NO” como reclamo electoral, hasta llegar al poder en 1982. Después del referéndum de 1986 por fin España pasa a formar parte del círculo de los países democráticos integrados en la estructura atlántica de la OTAN. Veinte años más tarde, los aeropuertos españoles continúan siendo una base segura para las acciones encubiertas de la CIA.
Notas
(1) Citado en Área Crítica, septiembre de 1983. CIA: la estación española.
(2) Pero la transparencia de los archivos norteamericanos, igual que su democracia, tiene demasiadas lagunas. Se desclasifican los materiales menos comprometedores y algunos de ellos aparecen con casi todos los párrafos tachados. Por ejemplo, en el memorándum del Consejo Nacional de Seguridad, con fecha 16 de diciembre de 1969, en el que se valora la funcionalidad de las bases aéreas de Torrejón, Morón y Zaragoza, en los tres supuestos de “guerra general”, “guerra limitada” y “tiempo de paz”, se puede leer:
Los informes militares señalan que las tres bases aéreas españolas se han convertido en menos importantes, menos centrales, para la postura estratégica de EEUU desde la década de los 70, cuando se sustituyeron los bombarderos B-47. Hoy, en el caso de una guerra general, Zaragoza proveerá de apoyo e infraestructura para poder repostar una flota de aparatos 12SAC. Torrejón y Morón recibirán un combinado total de 74 bombarderos estratégicos. Estos dos últimas bases ayudarán en operaciones de recuperación y reciclaje.
A continuación, queda claro que la base que de verdad les sigue interesando es la de Rota, pero intentan ocultar su opinión sobre las excelencias de la bahía gaditana, pues todo el resto del documento está tachado.
(3) No obstante, dada la posición implacable de varios países europeos al ingreso del régimen franquista en la estructura de la OTAN, Washington sólo encuentra la fórmula de los acuerdos “bilaterales” de cooperación hasta después de la muerte del dictador. En otro memorándum secreto, con fecha 6 de octubre de 1960, se marcan claramente los objetivos norteamericanos en relación con nuestro país:
El acceso a las estructuras militares de España que requieren los EEUU y la aceptación por parte de España del concepto de “Seguridad Colectiva”. Mantenimiento de la orientación anticomunista de España y desarrollo de relaciones de mayor proximidad con EEUU. Mejora de las relaciones entre España y las naciones de la OTAN para atar a España tan firmemente como sea posible a los planes occidentales de defensa regional y obtener la participación de España en la OTAN tan pronto como sea apropiado, sin comprometer a los EEUU en este momento para traer a las fuerzas españolas a los estándares de la OTAN en caso de que España sea admitida. Y mantenimiento de la estabilidad interna, necesaira para cumplir estos objetivos.