Puede que en el mundo de la ficción James Bond sea el más glamoroso y efectivo de los espías, pero en la vida real los servicios de inteligencia del Reino Unido no parecen dignos herederos de 007.
En el último de una serie de episodios que han avergonzado a la diplomacia británica, un equipo especial enviado a Libia para establecer contactos preliminares con los rebeldes que combaten al coronel Muamar Gadafi fue capturado… por los guardias de seguridad de una granja.
La avanzada, descrita como “un pequeño equipo diplomático” por el ministro de Relaciones Exteriores, William Hague, estaba integrada por dos agentes del servicio de secreto de inteligencia (MI6) y seis soldados de las tropas especiales británicas (SAS).
“Ellos experimentaron algunas dificultades que ya fueron resueltas satisfactoriamente. Ya salieron de Libia”, admitió Hague, quien este lunes se dirigirá al Parlamento para explicar el caso.
Por “dificultades” entiéndase su captura en una granja de trigo ubicada en las afueras de Bengasi, en el oriente libio, y varios días de interrogatorios a manos de los rebeldes, quienes sospechaban que podía tratarse de mercenarios contratados por Gadafi.
Para muchos analistas, el episodio también es un buen ejemplo del afán de protagonismo del Reino Unido en el mundo árabe, así como de sus problemas para influir decisivamente sobre los acontecimientos en la región.
Error tras error
Los problemas de Londres en Libia se iniciaron con la accidentada operación de evacuación de los ciudadanos británicos, que fue duramente criticada.
La diplomacia del Reino Unido tampoco se cubrió de gloria cuando el ministro Hague anunció, equivocadamente, que Gadafi había huido del país rumbo a Venezuela.
“William Hague”
Luego, el primer ministro David Cameron anunció que estaba estudiando la posibilidad de imponer una zona de exclusión aérea sobre Libia, pero la posibilidad fue rápidamente desestimada por Estados Unidos y sus aliados.
Y una propuesta británica de apoyar con armas a los grupos opositores a Gadafi se tuvo que transformar rápidamente en una oferta de asesoramiento, luego de que los rebeldes dijeran públicamente que no querían ser vistos como instrumento de intereses extranjeros.
“Me alegra que este episodio en particular haya terminado como una farsa y no como una tragedia”, le dijo a la BBC el ex embajador británico en Libia, Oliver Miles, refiriéndose a la captura de los “enviados” británicos.
La operación fue descrita como “aparentemente incompetente” por el especialista en asuntos de seguridad de la BBC, Frank Gardner.
“No había necesidad de hacer las cosas como si se tratara de una película de capa y espada”, explicó Gardner.
Algo similar dijo Essam Gheriani, uno de los miembros del comité coordinador que los rebeldes han instalado en la ciudad de Bengasi.
“Llegar en medio de la noche con un equipo de espionaje, varias armas y pasaportes… Ésa no es la forma de establece contacto”, afirmó Gheriani en declaraciones recogidas por el diario británico The Guardian.
Nuevos esfuerzos
A pesar de los traspiés, el gobierno del Reino Unido insistió en que seguirá intentando establecer contacto con los rebeldes libios.
“Nuestra intención es, luego de consultar con la oposición, enviar otro equipo para fortalecer el diálogo a su debido tiempo”, dijo Hague.
Y el ex embajador Oliver Miles hizo notar que el Reino Unido no ha sido el único país en ser avergonzado militarmente en Libia, en lo que va del conflicto.
Efectivamente, el gobierno de Holanda está negociando la liberación de tres de sus infantes marina capturados por tropas leales a Gadafi.
Según las autoridades holandesas, los militares estaban ayudando en las labores de evacuación cuando su helicóptero fue interceptado.