Obviamente la Inteligencia no puede estar a la caza de los chismorreos que puedan gustar a unos y a otros; ni tampoco se le puede pedir predecir el futuro; de hecho, los Servicios Secretos están para evitar el futuro, exactamente ese futuro que resultaría peligroso y negativo para España, los españoles y sus intereses. Es un amplio espectro en el que cualquier responsable puede perderse.
En los años en que estuve en Defensa desarrollé, por puro entretenimiento intelectual, un sistema para categorizar los informes de los servicios: primero estaban aquellos que añadían colorido a lo que era conocido o que se podía conocer mediante otras fuentes abiertas o no. Nada que un experto en el tema en cuestión no pudiera alcanzar; los segundos eran aquellos informes que confirmaban lo acertado de una decisión del Gobierno; en tercer lugar venían aquellos que por ofrecer datos hasta ese momento no tenidos en cuenta por desconocidos o irrelevantes obligaban a modificar alguna decisión gubernamental; por último, estaban los informes de oro, los que alertaban de algo totalmente nuevo y sin los cuales se hubiera incurrido en una grave vulnerabilidad.
Desgraciadamente, a diferencia de otros países, el nuestro no cuenta con un sistema estructurado para evaluar nuestra Inteligencia. Es de esperar que la vicepresidenta lo desarrolle. El CNI no es ningún juguete y hay que ponerlo a trabajar bien cuanto antes.
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