Dos miembros de la embajada de Rusia en Madrid han sido expulsados de España, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto. No han precisado los motivos, ni si se pueden relacionar con el descubrimiento, a mediados de año, de una red de espionaje rusa en Estados Unidos; o con las revelaciones que se están conociendo estos días, gracias a las filtraciones realizadas a través de la red Wikileaks.
La expulsión de los diplomáticos se ha realizado dentro del máximo secreto ya que, ni por parte española ni del lado ruso, se quiere dar al asunto un nivel de incidente. Ello conllevaría, como es habitual en estos casos, que Moscú tomara medidas similares con algunos de los diplomáticos de nuestra embajada en ese país.
Espionaje
Los miembros de la legación rusa fueron invitados, hace ya algunos días, a abandonar el territorio español por realizar actividades ajenas a su estatus diplomático: espionaje, en una palabra.
Fueron detectados por los servicios de información españoles , que, entre sus funciones, se dedican a evitar actuaciones que puedan poner en peligro la seguridad nacional; o dejar al descubierto tecnologías, documentos o proyectos que, por su contenido, deben mantenerse en secreto.
En concreto, sus misiones son las de «prevenir, detectar y posibilitar la neutralización de aquellas actividades de servicios extranjeros, grupos o personas que pongan en riesgo, amenacen o atenten contra el ordenamiento constitucional; los derechos y libertades de los ciudadanos españoles; la soberanía, integridad y seguridad del Estado; la estabilidad de sus instituciones; los intereses económicos nacionales y el bienestar de la población».
Absoluto secreto
La noticia ha sido confirmada por este periódico en dos fuentes diferentes de la máxima solvencia. Sobre las actividades que desarrollaban en España los ciudadanos rusos y que motivaron su expulsión, se guarda el más absoluto secreto. Sin embargo, en la detección de sus actividades en nuestro país habrían colaborado los servicios de información de un país amigo. Sometidos a vigilancia, se observaron determinadas actuaciones impropias de las del personal diplomático al que, según indicaron al acreditarse en España, pertenecían.
Los servicios secretos rusos están de actualidad desde hace meses, tras el desmantelamiento, a mediados de año, de la red de agentes «ilegales» que tenían en Estados Unidos. La deserción de un coronel del Servicio de Espionaje Exterior (SVR), apellidado Scherbakov, provocó la detención de una decena de estos espías. En una escena que no se vivía desde la «Guerra Fría», fueron canjeados, en el aeropuerto de Viena, por cuatro ciudadanos que estaban presos en Rusia. Los «ilegales» son agentes que viven en el seno de la población, perfectamente integrados y, en principio, sin establecer ningún tipo de contacto con las representaciones diplomáticas.
Venganza rusa
LA RAZÓN publicó, en su edición del pasado día 8, que expertos de los servicios de información sostienen la teoría de que la filtración de los documentos del Departamento de Estado de EE UU a través de Wikileaks responde a una venganza de Rusia por la desarticulación de su red de «ilegales» y, sobre todo, por la traición de un oficial de tan alto rango, con valiosa información.
La expulsión de los dos diplomáticos rusos de España no parece, en principio, relacionada, pero en el mundo del espionaje nada es como aparenta ser.
Rusia dice que Assange merece el Nobel
En un extraño gesto de apoyo, el Kremlin ha pedido para el creador de Wikileaks, Julian Assange, el Premio Nobel de la Paz, según recoge la prensa de Estados Unidos. Esta petición se interpreta como una maniobra para provocar a la Administración Obama después de la filtración que ha dejado a Washington al descubierto. Fuentes del Kremlin consultadas por agencias de noticias rusas destacan que «las organizaciones públicas y privadas deben plantearse cómo van a ayudarle [a Assange]. Quizá deberían considerarle para este galardón», sugieren. Estas declaraciones se producen después de que se haya constatado que la revelación del contenido de los despachos diplomáticos es mucho más perjudicial para Washington que para Moscú. En un principio, Assange desató la ira del Kremlin tras descubrirse comentarios de Wikileaks que definían a Rusia como un «estado mafioso». Pero la publicación de ciertos cables ha sido algo más que conveniente para Moscú. Entre ellos, destaca el plan de la OTAN en caso de que los rusos opten por invadir a sus vecinos bálticos. Por supuesto, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, pidió ya ayer explicaciones a la Alianza Atlántica sobre el polémico cable. Informa Marta Torres
Espionaje
Los miembros de la legación rusa fueron invitados, hace ya algunos días, a abandonar el territorio español por realizar actividades ajenas a su estatus diplomático: espionaje, en una palabra.
Fueron detectados por los servicios de información españoles , que, entre sus funciones, se dedican a evitar actuaciones que puedan poner en peligro la seguridad nacional; o dejar al descubierto tecnologías, documentos o proyectos que, por su contenido, deben mantenerse en secreto.
En concreto, sus misiones son las de «prevenir, detectar y posibilitar la neutralización de aquellas actividades de servicios extranjeros, grupos o personas que pongan en riesgo, amenacen o atenten contra el ordenamiento constitucional; los derechos y libertades de los ciudadanos españoles; la soberanía, integridad y seguridad del Estado; la estabilidad de sus instituciones; los intereses económicos nacionales y el bienestar de la población».
Absoluto secreto
La noticia ha sido confirmada por este periódico en dos fuentes diferentes de la máxima solvencia. Sobre las actividades que desarrollaban en España los ciudadanos rusos y que motivaron su expulsión, se guarda el más absoluto secreto. Sin embargo, en la detección de sus actividades en nuestro país habrían colaborado los servicios de información de un país amigo. Sometidos a vigilancia, se observaron determinadas actuaciones impropias de las del personal diplomático al que, según indicaron al acreditarse en España, pertenecían.
Los servicios secretos rusos están de actualidad desde hace meses, tras el desmantelamiento, a mediados de año, de la red de agentes «ilegales» que tenían en Estados Unidos. La deserción de un coronel del Servicio de Espionaje Exterior (SVR), apellidado Scherbakov, provocó la detención de una decena de estos espías. En una escena que no se vivía desde la «Guerra Fría», fueron canjeados, en el aeropuerto de Viena, por cuatro ciudadanos que estaban presos en Rusia. Los «ilegales» son agentes que viven en el seno de la población, perfectamente integrados y, en principio, sin establecer ningún tipo de contacto con las representaciones diplomáticas.
Venganza rusa
LA RAZÓN publicó, en su edición del pasado día 8, que expertos de los servicios de información sostienen la teoría de que la filtración de los documentos del Departamento de Estado de EE UU a través de Wikileaks responde a una venganza de Rusia por la desarticulación de su red de «ilegales» y, sobre todo, por la traición de un oficial de tan alto rango, con valiosa información.
La expulsión de los dos diplomáticos rusos de España no parece, en principio, relacionada, pero en el mundo del espionaje nada es como aparenta ser.
Rusia dice que Assange merece el Nobel
En un extraño gesto de apoyo, el Kremlin ha pedido para el creador de Wikileaks, Julian Assange, el Premio Nobel de la Paz, según recoge la prensa de Estados Unidos. Esta petición se interpreta como una maniobra para provocar a la Administración Obama después de la filtración que ha dejado a Washington al descubierto. Fuentes del Kremlin consultadas por agencias de noticias rusas destacan que «las organizaciones públicas y privadas deben plantearse cómo van a ayudarle [a Assange]. Quizá deberían considerarle para este galardón», sugieren. Estas declaraciones se producen después de que se haya constatado que la revelación del contenido de los despachos diplomáticos es mucho más perjudicial para Washington que para Moscú. En un principio, Assange desató la ira del Kremlin tras descubrirse comentarios de Wikileaks que definían a Rusia como un «estado mafioso». Pero la publicación de ciertos cables ha sido algo más que conveniente para Moscú. Entre ellos, destaca el plan de la OTAN en caso de que los rusos opten por invadir a sus vecinos bálticos. Por supuesto, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, pidió ya ayer explicaciones a la Alianza Atlántica sobre el polémico cable. Informa Marta Torres
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