"Tendremos un enfrentamiento entre la ultraderecha y el mundo musulmán. Es inevitable". Es el temor de policías y los servicios de inteligencia de buena parte de occidente
Primero, en verano, unos desconocidos depositaron una cabeza de cerdo en la puerta de la mezquita del barrio de Sainte-Foy, en la ciudad canadiense de Quebec. Después, en pleno invierno, unos hombres enmascarados -uno de ellos de origen musulmán- irrumpieron en el templo el domingo, durante la oración del maghrib, y dispararon sobre el medio centenar de fieles allí congregados. Asesinaron a seis e hirieron a otros ocho.
Lo sucedido el domingo por la noche en la capital de la provincia canadiense de Quebec es precisamente lo que las policías y los servicios de inteligencia de buena parte de occidente temen: que la extrema derecha pase de las palabras a las provocaciones y de las provocaciones al atentado.
Patrick Calvar, el jefe de la inteligencia interior de Francia (DGSI), el país más azotado por el terrorismo en Europa, fue el que expresó esa aprensión con más nitidez. Quizá habló tan claro porque pensaba que sus palabras no trascenderían los muros de la comisión parlamentaria sobre los atentados de 2015 en París que se celebró, en mayo pasado, a puerta cerrada. Dos meses después la prensa las publicó.
'Tendremos un enfrentamiento entre la ultraderecha y el mundo musulmán; no los islamistas sino el conjunto de los musulmanes. Es inevitable'“Tendremos un enfrentamiento entre la ultraderecha y el mundo musulmán; no los islamistas sino el conjunto de los musulmanes”, vaticinó Calvar ante los diputados. “Dos o tres atentados más y esto es lo que sucederá. Esto es lo que me preocupa cuando discuto con los colegas europeos”, añadió. “Pronto o tarde deberemos obtener los recursos para ocuparnos de otros grupos extremistas [no solo de los islamistas radicales] porque el enfrentamiento es inevitable”. Así se podrá “anticipar y tratar de bloquear” un choque que parece ineludible.
El terrorismo yihadista se ha disparado en Europa causando entre 2014 y 2016 273 muertos, más que todos los que hubo en todos los años anteriores (267). En paralelo también sube la islamofobia. El ministro francés de Interior, Bruno Le Roux, hizo la semana pasada un balance detallado de la delincuencia común en 2016, pero rehusó dar cifras de las agresiones contra musulmanes probablemente porque asusta su fuerte incremento. En 2015 ya se incrementaron en un 500%.
Los ataques consisten, además de colocar cabezas o patas de cerdo ante mezquitas, en untar sus paredes con grasa de ese animal o hacer en ellas pintadas insultantes, en arrancar el pañuelo que cubre la cabeza de las mujeres, etcétera. En el peor de los casos se lanzan también cócteles molotov a través de las ventanas del oratorio islámico. Entre los grandes países europeos Alemania se sitúa en cabeza del hostigamiento al musulmán y España en cola.
Nunca, hasta ahora, ha habido muertos en Europa a causa de un ataque islamófobo aunque a veces no se anduvo lejos. Solo la mala puntería del agresor salvó la vida, el 19 de diciembre pasado, a los fieles de una mezquita de Zurich. Tres de ellos resultaron, sin embargo, gravemente heridos. El FBI desbarató in extremis, en octubre, el plan de tres hombres en Kansas para volar un edificio -disponían de medios para perpetrarlo- que alberga a refugiados somalíes.
Pese al auge de estos dos fenómenos, islamofobia y radicalización, “la extrema derecha y los yihadistas no han entrado en una dinámica de conflicto similar a la que hubo entre la extrema derecha europea y la extrema izquierda”, afirma, en un análisis recién publicado, Thomas Hegghammer, responsable del área de terrorismo del Instituto Noruego de Investigación de la Defensa. Los choques entre esos dos extremismos fueron especialmente virulentos en vísperas de la II Guerra Mundial.
Hegghammer vaticina, como otros investigadores, que el terrorismo golpeará a Europa en el futuro con más fuerza aunque a corto plazo puede producirse una disminución de su actividad achacable, entre otros factores, a la derrota del Estado Islámico en Siria e Irak. Su persistencia se explica por las dificultades de los jóvenes musulmanes para integrarse y encontrar trabajo; las convulsiones del mundo árabe que salpican a Europa; las facilidades que ofrece Internet para reclutar y adoctrinar etcétera. Si tras un pequeño bache la violencia yihadista se mantiene e incluso se intensifica es ahí cuando “las cosas podrán ir a peor” porque la extrema derecha reaccionará.
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