El Gobierno suma nuevos analistas y áreas de trabajo a la estructura secreta del CNCA, el órgano de coordinación
El modelo antiterrorista que el Gobierno implantó tras el atentado del 11-M acaba de experimentar un relevante impulso con la ampliación de su buque insignia, el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA). Tres áreas nuevas, que se suman a las cinco que formaban su estructura secreta, y una docena de analistas de Policía, Guardia Civil y Centro Nacional de Inteligencia (CNI) se han incorporado en el último mes y medio a la sede de Las Rozas (Madrid), informaron a Públicofuentes de la lucha antiterrorista.
Se trata de la mayor ampliación del Centro desde su creación en junio de 2004, tanto en estructura como en número de efectivos. Para valorar su importancia debe considerarse que los agentes destinados en el CNCA no tienen funciones operativas, es decir, no trabajan en la calle, por lo que en su diseño inicial bastaba con medio centenar de profesionales.
Es el perenne riesgo que supone el terrorismo internacional el motor de esta reestructuración, más allá de los últimos acontecimientos (la muerte de Bin Laden o el atentado de Marrakech). Fuera del debate político diario, la violencia yihadista preocupa mucho, sin embargo, a los servicios de información. De hecho, es la causa de que España, a pesar de la tregua de ETA, se encuentre en situación de riesgo "probable" de sufrir un atentado.
Un analista del CNCA afirmó la pasada semana, durante unas jornadas sobre terrorismo yihadista, que el riesgo "teórico" en España es mayor que en 2004, en gran parte por la amenaza de Al Qaeda para el Magreb Islámico, una alianza de grupos que entonces no existía. Los yihadistas carecen, a día de hoy, de capacidad operativa para atentar, pero según advirtió el experto, eso puede cambiar en cualquier momento.
Esa cualificación del riesgo Nivel 2 Alto dentro del Plan de Prevención Antiterrorista es una de las asignaciones del CNCA. Sus integrantes toman la información de Policía, Guardia Civil y CNI, así como de otros organismos internacionales similares, la analizan y planifican una respuesta.
El 11-M destapó los fallos en la coordinación entre distintos Cuerpos
La investigación del 11-M puso de manifiesto las importantes carencias en dos planos: los medios existentes para hacer frente a la amenaza yihadista y la coordinación entre los distintos Cuerpos. Para atajar el primer problema se multiplicó al menos por 12 el número de efectivos dedicados a combatir el fenómeno. Para solucionar la descoordinación, el Gobierno implantó el Comité Ejecutivo para el Mando Unificado (CEMU), una suerte de mesa de dirección que integra a los principales responsables de la lucha antiterrorista, y el CNCA, que depende funcionalmente del primero y orgánicamente de la Secretaría de Estado de Seguridad.
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